Menos miedo, más felicidad en las organizaciones - 3 Minutos de lectura

Por: Ivanna Lajara


En las últimas décadas hemos reconocido que el recurso más importante de las organizaciones es el capital humano. Y podríamos estar de acuerdo en que todos los seres humanos tenemos un propósito o una prioridad en común y es ser feliz.

 

Cuando hablamos de promover la felicidad en las empresas, a menudo escuchamos reacciones como: “perderán mucho tiempo en esas cosas”, “sale muy caro dedicar tiempo y dinero a eso”, “se nos irán los empleados si les empezamos a hablar de felicidad aquí”, “mejor sigamos como vamos y no inventemos con eso, pues es difícil de medir”.

 

Las empresas enfrentan retos de competitividad y se enfocan más en los factores financieros que en aquellos indicadores sociológicos de productividad que impactan directamente los resultados dentro de la empresa.

 

¿Dónde está la oportunidad de aquellos que tienen miedo a la felicidad en su modelo de gestión? Preguntémonos, ¿En qué momento somos más creativos, colaboradores, buscadores de soluciones, optimistas, motivadores, y más que dispuestos a entregar voluntariamente lo mejor de nosotros mismos a los demás y a lo que hacemos?. Varios estudios demuestran que, esto sucede cuando nos sentimos felices, agradecidos a nivel general con nuestra vida y ejercitando una perspectiva optimista hacia los obstáculos que se nos presentan.

 

Las cualidades de todo colaborador ejemplar (responsable, comprometido, proactivo, entre otras), se ven aumentadas cuando el empleado está feliz y ama su trabajo. Por esta razón el norte de la dirección del talento humano debe ser hacia una combinación perfecta de gestión del profesional, y al mismo tiempo de la persona.

 

Pocas veces la situación actual de baja satisfacción laboral en las empresas permanece por falta de recursos, más bien es por falta de convicción o voluntad de hacerlo diferente.

 

Sí, es cierto que trabajar bajo presión, con exigencias y estrictas reglas produce resultados a corto plazo, sin embargo, a través del tiempo esto solo se traduce a altos niveles de absentismo, desmotivación y fuga del talento.

 

En la misma medida que la empresa orienta sus esfuerzos en influir positivamente sobre los comportamientos y actitudes del colaborador (condicionando resultados hacia la productividad, satisfacción laboral, voluntariado, etc.), así entonces, el colaborador devuelve ese enfoque a la empresa con la realización de actividades laborales efectivas y fortaleciendo su compromiso hacia las mismas.

 

Dejemos claro que la felicidad es un trabajo individual, y cada persona, dentro de una empresa o no, es responsable de la suya.  Sin embargo, las organizaciones sí tienen el gran poder de diseñar y brindar condiciones, procesos y recursos para aportar al sentimiento de bienestar de sus colaboradores y transformar ese activo intangible que es la felicidad en la empresa.

 

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